Los caballos “salvajes” actuales – los mustangs, brumbies, cimarrones y las numerosas poblaciones en islas, desiertos y sierras en todo lado del mundo – descienden de caballos domésticos que escaparon y consiguieron vivir gracias a este comportamiento innato, ayudados por su capacidad de aprender y adaptarse a las exigencias del entorno particular. De manera que son "caballos asilvestrados", no realmente salvajes como el zorro o el jabalí.
La importancia de observar a estos caballos radica en que nos posibilita conocer cuál es el comportamiento natural del caballo y compararlo con el de nuestros caballos domésticos. Aunque sus deseos instintivos sean iguales, les caracterizan comportamientos distintos, pues en condiciones no naturales, algunas de sus pautas innatas no se pueden completar.
Ciertos caballos se adaptan bastante bien, pero otros exhiben conductas alteradas indicando que encuentran sus condiciones estresantes. Y este estrés también perjudica a su digestión, su fertilidad, su circulación, su sistema inmunológico, su estado emocional – en fin, a su bienestar.
Nuestro guión tiene que ser el del comportamiento del caballo en la naturaleza, pues de este modo podemos ver si se adapta bien a las condiciones que le proponemos o si, por el contrario, somos nosotros los que tenemos que adaptar las condiciones a sus necesidades.
Por eso, empezamos los cursos en los Llanos de Venezuela, donde tenemos la oportunidad de observar y analizar el comportamiento de una manada de cimarrones, (tenemos también el proyecto pottoka más cerca de casa, en Extremadura).
Viendo el fuerte impacto que estos cursos tenían sobre los alumnos, empecé el proyecto Pottokas en Piornal, en Extremadura, para así tener un sitio en Europa donde se pueda estudiar una manada de caballos viviendo como si fuesen salvajes. Pincha AQUÍ para más información.
2. LA DEFENSA CONTRA LOS DEPREDADORES
El caballo evolucionó como un animal de presa y lo sabe: lo lleva en sus genes. Ya sabemos que huyen de lo que perciben como peligro: suele ser una preocupación para el jinete que les monta. Sabemos también que pueden aprender, poco a poco, que muchos “peligros” no amenazan sus vidas. Pero la manera más usada para controlar su huída (y nuestras preocupaciones) es la de enseñarles que tenemos medios que les imponen dolor si intentan huir: es decir, que somos nosotros más amenazantes que la amenaza misma.
¿No hay una manera más inteligente de tratar con este problema?
Los cimarrones que estudiamos en Venezuela vivían entre puma y jaguar: depredados, como fueron durante su evolución. Me daba la oportunidad de analizar su conducta frente a esta amenaza y llegar a las conclusiones elaboradas en mi libro Horses in Company (Crowood, 2017), sumariadas aquí:
* 2.1. Incapaz de mantenerse en alerta constantemente, el caballo vive siempre en compañía, donde la tarea de vigilancia y dar la alarma se puede compartir. El semental es el que más vigila (no necesita comer tanto como una yegua gestante o lactante). Para el caballo, la compañía y la comunicación representan su seguridad.
Para el caballo doméstico el aislamiento es profundamente estresante, dando lugar a trastornos físicos y conductuales.
* 2.2. Evitan los sitios donde hay más peligro: en este caso, los bosques.
El caballo domestico intenta evitar los sitios donde ha pasado un susto o castigo.
* 2.3. Al ver un posible amenaza, el caballo levanta la cabeza bruscamente, con tensión en el dorso, lo que acorta y levanta sus trancos. La posición de la cabeza nos indica el estado de alerta del caballo: durmiendo, relajado, vigilante, alarmado.
En el caballo montado, la posición de alarma se llama “invertido”.
* 2.4. La señal de alarma alerta a los demás, quienes se juntan agrupándose por detrás del semental.
El semental ha detectado un posible peligro. Reaccionando a su señal de alarma su familia se agrupa por detrás de él. Foto: Javier Solis
Cualquier caballo es altamente sensible a las señales de alarma o de tensión en otros, incluso en nosotros.
* 2.5 Si el semental decide girarse y huir, también lo harán los demás, pues huyen en un bloque compacto, lo que confunde al ojo del depredador. Muchos animales de presa, como peces, palomas, ciervos u ovejas hacen lo mismo. Se ha visto que cada animal sigue tres reglas:
Juntarse con otros
Sincronizar sus movimientos, velocidad y estado emocional con ellos
No colisionar unos con otros: respetar el espacio individual de los demás
Un grupo de animales en el que todos respetan estas tres normas, se comporta como un unidad moviéndose juntos. No hace falta directores o líderes especiales; no importa cuántos hay en el grupo. Esta manera de comportarse se llama auto-organizante o emergente.
- Mirar en Google “Boids” y disfrutar los videos en YouTube que demuestran los movimientos de sardinas y de estorninos, además de las animaciones de ordenador hechas con este algoritmo (las 3 reglas): ¡ Se comportan como los caballos en una estampida! Ver también nuestra sección de vídeos. -
En la Patagonia, esta manada de baguales o caballos asilvestrados, no sabían si huir de nosotros o investigarnos. Cuando uno llega a una decisión, los de alrededor se sincronizan con él – pero no es siempre el mismo caballo el que decide-. Tampoco hay un líder especial, siguen a aquel que corre más rápido y este cambia. Cuanto más se asustan, más se juntan, pero dejando siempre un espacio entre ellos para no colisionar.
Nota:
La primera reacción al susto es la de juntarse con otros de su banda, con los cuales vive por su propia voluntad y seguridad
Si el semental, al asesorar el problema, decide que no es una amenaza, se relaja y los demás hacen lo mismo, sincronizándose con él.
Estos puntos son claves en nuestra forma de doma.
Los caballos no quieren estos sustos, pero tienen que estar preparados para ellos, ya que pueden venir en cualquier momento. Entonces, en sus actividades de mantenimiento, siguen las mismas tres reglas aunque de forma más relajada:
. Viven junto con otros, en bandas
. Sincronizan sus actividades con los demás de la banda: comen juntos, descansan juntos, se desplazan juntos, investigan juntos, se revuelcan uno tras otro... A veces un caballo tiene sus razones para no sincronizarse con los demás, y al cambiar lo que está haciendo, a menudo todos los demás cambian también. Actuar en sincronía mantiene a la banda junta.
La hablidad de sincronizarse es tan importante que los jóvenes suelen practicarla durante el juego
Tampoco hay dominantes alfas, directores o autoridad. Es una sociedad que se autorganiza en base a las tres reglas de supervivencia.
La agresión exagerada llamada "dominancia", vista en caballos acostumbrados a competir por la comida en cubos o amontonada ("enfocada"), no es natural y no conlleva ninguna autoridad social.
Respetan el espacio individual de los demás. Es una norma que los jóvenes tienen que aprender de los adultos, ya que estos los agreden cuando se les olvida. También los adultos se enojan y amenazan a otros si les molestan, por ejemplo cuando un semental se acerca con intenciones sexuales a una yegua que no está en celo. El agredido se aleja asustado.
Cuando todos están asustados, en la huida del depredador, mantienen una distancia respetuosa y así no se colisionan.
En situaciones relajadas, por ejemplo en el descanso o entre amigos, los caballos suelen compartir sus espacios individuales.
El caballo doméstico que se ha criado sólo con su madre, o aislado desde el destete, no ha aprendido esta norma y nos invade. No está intentando dominarnos, simplemente es ignorante, por culpa nuestra, que le hemos creado así.