MI CABALLO ES...

Cuando hablamos de nuestros caballos, solemos referirnos a su carácter, reconociendo que cada individuo tiene su manera de ser y reaccionar. Y a menudo empleamos los términos que aplicamos a la gente también: tímido, noble, valiente, perezoso, alegre, nervioso, tranquilo, travieso y un multitud de palabros que no se imprimen en una revista.

Hablando así, etiquetamos a los caballos como si estas descripciones fueran permanentes e incluso a menudo nos convencemos de que son características inmutables. Pero los caballos suelen revelar que tenemos maneras superficiales y a menudo egocéntricas de apreciar las cosas (es que son grandes maestros).

“¡Es otro caballo!” se entusiasmó una chica que había trabajado con un caballo en un centro de rescate donde demasiados caballos viven en demasiado poco espacio. Un caballo grande, estuvo siempre mal dispuesto, propenso a empujar, invadir, ignorar o expresar su odio por la raza humana. La verdad es que me impresionó la paciencia y el aguante que la chica mostró al tolerarle durante sus paseos juntos, pero se había enamorado y el amor, bueno, es muy sufrido, como sabemos. Le adoptó y le soltó en un prado con otros. En pocos días se trasformó en un ser amistoso, delicado y dulce, un encanto de caballo.

Cuando hablamos de carácter, entonces ¿estamos de verdad hablando de carácter o de las reacciones del caballo a su situación actual y sus condiciones de vida? El caballo agresivo con su dueño, o perezoso o nervioso, ¿es así por naturaleza o porque tiene dolor o miedo?

Para complicar nuestro análisis de carácter aún más, tenemos que considerar el pasado del caballo. ¿Cómo estaba creado, tratado, domado? ¿Es travieso o nunca aprendió lo que suponemos? Apenas he leído la estructura del curso oficial de doma de un año, en lo cual hay mucho de limpiar cuadras pero ni una palabra sobre cómo los caballos aprenden o cómo enseñarles. En consecuencia hay muchos caballos que simplemente no saben la respuesta adecuada a lo que les pedimos, porque nadie les ha enseñado. A esos se les llaman rebeldes. Otros se han tratado de manera tan confusa que han abandonado cualquier intento de responder y a esos se llaman tercos.

Pero incluso cuando conseguimos quitar la capa de estrés que tapa su verdadero carácter y le educamos de manera clara, consecuente y agradable, encontramos por debajo un caballo que es un individuo, distinto de los demás. ¿Como describimos las variaciones que encontramos?

Análisis de personalidad. Hemos visto muchos intentos de producir esquemas de análisis de personalidad humana; la mayoría encajan tipos distintos en categorías con más o menos base científica desde los eneagrámas hasta la astrología. La dificultad evidente es que hay más gente fuera de las “cajas” que adentro. Un acercamiento moderno, aplicado también a los animales, no usa categorías sino ejes de características de las cuales un individuo puede tener más o menos de esta característica.

Los ejes son; introvertido/extrovertido, abierto de mente/cerrado de mente, estabilidad/neurosis, concienzudo/despreocupado y teoría de mente. Se intersacan sus puntos medios como una gráfica en cinco dimensiones, cosa imposible de imaginar. Sin embargo, no se han encontrado los últimos dos en los animales, pues nuestra tarea es un poco más fácil, un gráfico en tres dimensiones así:

Los 3 ejes o dimensiones de la personalidad en los animales

 

El individuo puede tener cualquier valor en cualquiera de estos ejes, dándole una combinación única determinada por su genética. Pero de la misma manera en que el genotipo físico interacciona con las experiencias físicas del animal para producir el fenotipo que vemos, así también el temperamento genético interacciona con la experiencia del animal para producir lo que percibimos como su personalidad.

Gabiri es el único de nuestros sementales que a menudo inicia la marcha de la banda.

Por ejemplo, un caballo muy abierto de mente es curioso, motivado a investigar su entorno, de forma que criado en un entorno natural lleno de estímulos nuevos, aprende más que el caballo cerrado de mente que prefiere quedar con lo que sabe ya. Puesto que es una característica del aprendizaje que uno aprende a aprender, el abierto acaba muy espabilado, listo para asimilar cualquier asociación nueva rápidamente. En contraste, el cerrado de mente no se lanza a estas oportunidades, no desarrolla sus capacidades intelectuales y aprende más despacio. Pero si creamos a los dos en un entorno que carece de estímulos nuevos, como en una cuadra dándoles cuerda en el mismo picadero cada día, encontramos que el cerrado de mente el más fácil a adiestrar. Capta las técnicas sencillas sin demasiada dificultad y está contento de repetirlas día tras día. Es un caballo “serio”. El abierto de mente, no. Capta las ideas pero enseguida se aburre, se distrae fácilmente, experimenta viendo lo que pasa si hace otra cosa y nos pone locos con sus juegos y rechazos de repetir la misma rutina.

Los caballos salvajes también tienen diferencias de carácter y experiencia. Gabiri es muy abierto mentalmente y bastante extrovertido, sociable y curioso.

 

 

Ibai, como su padre, es un caballo serio, algo introvertido y muy equilibrado.

Interacción humano-caballo. Vemos en este ejemplo, que cómo creamos, mantenemos y domamos al caballo influye en nuestra opinión sobre su carácter. Para el jinete que quiere trabajar sólo de una forma determinada y rutinaria (quizás algo cerrado de mente también), el caballo abierto de mente es, francamente, un cabrón; para el dueño creativo que entiende el reto que propone esta personalidad, es un genio.

Pintxo, el único de los sementales que no creció en una manada salvaje sino entre caballos domésticos, estaba muy juguetón y aventurero como potro.

 

 

 

 

 

 

Conflictivo y excitable al conseguir sus primeras yeguas, Pintxo ha aprendido a comportarse con más dignidad y calma.

Donde más notamos la influencia de la experiencia y el factor humano, es en el caballo alto en neurosis. No quiere decir que necesariamente nos impacte como un neurótico. Si no ha tenido malas experiencias y está bien mantenido y montado, notamos sólo su sensibilidad y su nerviosismo frente a cualquier confusión. Pero es un animal al cual las experiencias negativas le impactan profundamente. Si se le impone confusiones continuas, malos tratos o incluso el manejo demasiado brusco para su sensibilidad, se trastorna. Exactamente cómo, dependerá de su posición en los otros ejes. Si es muy extrovertido, desarrolla estereotipias; menos extrovertido, puede descubrir que la agresión paga; muy introvertido, aterrorizado por todo.

El carácter extrovertido ayuda al animal a apreciar los premios, es decir, tiene mucha sensibilidad a la beta-endorfina que acompaña la sensación de placer. Por eso los muy extrovertidos tienen más tendencia a los vicios de cuadra, ya que por la repetición de los movimientos estereotipados consiguen drogarse con beta-endorfina. Si está a la vez equilibrado emocionalmente y bien manejado, es el caballo valiente, que se lanza hacia los saltos inmensos o los estímulos fuertes de la pista de competición con ganas y naturalidad; el introvertido se encuentra inundado si no le hemos preparado poco a poco para que tenga más confianza en estas situaciones. Pero este valor combinado con neurosis nos da el caballo que, con malos tratos, se lanza hacia nosotros igual que hacia las experiencias nuevas.

Como potra, Zerua siempre buscaba la aventura y todavía, como yegua madura, se la encuentra explorando en todos lados, aunque vuela al ver gente: sus experiencias negativas con los ganaderos espantándola la han marcado más que a los demás.

Los caballos que se ponen agresivos por los tratos inadecuados, los encuentro más fáciles de recuperar que los que acaban aterrorizados. La agresión (que siempre es aprendida: el caballo no es un animal agresivo) es una respuesta positiva a sus dificultades, lo que demuestra una personalidad extrovertida. Por eso, aprecian muy rápidamente el premio y la calma, y así podemos re-educarles. El traumatizado introvertido no se defiende, traga todo adentro y se estresa tanto que perjudica su propia capacidad para re-aprender. Incluso después de años del trato cuidadoso no son exactamente normales, tienen una tendencia de aferrarse a la persona que les ha recuperado pero a quedar desconfiados con otros.

La yegua Gau decidió dónde quiere vivir y no se mueve de esta zona; al crecer su potrito, no le importa estar sola con él o con cualquier semental que aparezca.

 

Razas. Precisamente: empezamos a ver pautas que reconocemos como típicas de una raza. Aunque dentro de una raza es probable que encontremos cualquier carácter o personalidad, en algunas razas vemos una fuerte selección por un cierto tipo de carácter. El PRE, seleccionado como caballo de guerra desde tiempos casi inmemoriales, está tan equilibrado emocionalmente que aguanta malos tratos y la confusión con una nobleza famosa. Aunque sea abierto mentalmente, lo que le da su adaptabilidad a cualquier disciplina, le falta el extremo de extroversión que le llevaría a las estereotipias pero también a impulsarse al extremo. En cambio, es exactamente esta extroversión extrema que tipifica el PSI, que se excita tanto con galopar que es capaz de no parar hasta que reviente. Desafortunadamente ciertas líneas del PSI son también muy altas en neurosis, súper-sensibles y susceptibles al estrés, lo que supone problemas en las manos del domador acostumbrado al PRE y desinclinado a cambiar su estilo de manejo. Es interesante ver que un tipo de PSI menos común aquí en España, los que se usan para las carreras largas y con saltos (Nacional Hunt o steeplechase), son más equilibrados y son típicamente descendentes del semental berberisco, el Godolphin, y las viejas yeguas reales españolas.

El árabe también puede ser alto en neurosis, muy marcado por las malas experiencias. Aunque también fue caballo de guerra, fue un estilo de guerra distinta, el asalto nómada no la batalla fija: evitar los peligros, no aguantarlos. Como los PSI, el forzarles (experiencia negativa) les pone tan nerviosos que pensamos que son tímidos y miedosos, pero al ganar su confianza podemos descubrir que son de verdad muy valientes. Un carácter parecido es el del Lusitano de rejoneo y sobre todo en la línea Veiga que ha concentrado esta sangre; la semejanza ha llevado a muchos a decir que lleva mucha sangre árabe aunque la genética demuestra que no tiene nada que ver. La consanguinidad tiene tendencia de revelar la herencia de la neurosis como revelan los defectos físicos.

Los caballos deportivos con sangre nórdica típicamente son más serios, es decir cerrado de mente, lo que les da su aptitud para la doma rutinaria de competición. Los más abiertos mentalmente que conozco, son los ponis, lo que les da su aptitud para los niños. Desafortunadamente hay poca cultura de ponis aquí, y lo que hay está dirigido a imitar a los adultos, pero en mi tierra los niños tratan a sus ponis como compañeros en sus mundos de fantasía y juego, y los ponis se divierten igualmente por los cambios de papel que esto exige.

El caballo en nuestras manos. Vemos, entonces, que este análisis, que no habla de tipos fijos sino un punto individual en un espacio tri-dimensional, nos demuestra que nuestro juicio del carácter del caballo a veces está equivocado, basado en las respuestas del caballo a su experiencia más que su verdadero carácter. Así hablamos del caballo agresivo, nervioso o dominante, que son actitudes aprendidas, no características de su personalidad. Lo que está aprendido, se puede cambiar.

Nos demuestra, también, que no hay una forma determinada de domar o trabajar a un caballo para sacar lo mejor de él. Método sí: atendemos primero a sus miedos innatos, ganamos su confianza, formamos sus respuestas a las presiones, le fortalecemos, perfeccionamos este ejercicio antes de iniciar aquello, eso sí. Pero para un caballo será más idóneo quedar con rutina y para otro, inventar cambios de trabajo que estimulen su interés aunque en realidad esté haciendo los mismos movimientos.

El típico PRE joven es muy abierto mentalmente; aunque aguanta el trabajo rutinario con su nobleza característica, pierde su brío fácilmente. Por eso sale mejor hacer su primera doma mayormente en el campo. Si no tenemos campo, podemos usar obstáculos en la pista, un poco de salto, el trabajo en el picadero redondo, montarle a pelo, cualquier trabajo que mantenga su interés, para que los días que nos centramos en la doma de pista, la haga con frescura.

Cuando tenemos problemas con nuestro caballo, estamos haciendo algo mal, y una de las cosas que se nos debería ocurrir, es que no estamos trabajándole o manteniéndole de la manera adecuada para su personalidad y experiencia. Cuando la gente me trae estos caballos, admito que no hago un análisis de su carácter según este esquema, porque no tenemos pruebas que nos demuestren lo que es. Experimento, cambiando mis tácticas según las que me están funcionando, empezando con aquellas que funcionaron con un caballo parecido. En esto estoy muy ayudada por mi hábito de hacer notas sobre los casos de los caballos problemáticos, para no olvidarme de los detalles: con uno, funcionan las zanahorias, con otro son las pausas lo que cuenta; con este, ánimo; con aquello, rutinas. Sin embargo este análisis nos explica el por qué de estas diferencias, y que no se deben sólo a la experiencia.

       

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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